4º.- D. MANUEL CUE FERNÁNDEZ
Antes de continuar con los recuerdos adolescentes me parece adecuado
hacer una reseña histórica de este centro escolar.
Su fundador, D.
Manuel Cue
Fernández, nació en el caserío de La
Arquera el 9 de junio de 1834, hijo de Francisco Cue Somohano y María
Fernández Abarca, labradores acomodados y apreciados por
todos. Pasó su niñez junto a su abuelo D.
Juan Fernández García, uno de
los primeros comerciantes llaniscos con quien adquiriría, las
primeras nociones comerciales, fundamentadas sobre
los conocimientos primarios recibidos
en la Escuela
Pública. Animado
por el abuelo
emigra a Cuba y en
la Habana trabaja como
dependiente en el comercio propiedad de
José Caridad Junco. Una vez aprendido y
adquiridos crédito
y medios, se asocia con otros comerciantes y fundan una sociedad
mercantil de nombre “Cue,
Gutiérrez y Cía” que con el buen
funcionamiento que tuvo
le permitiría regresar a Llanes por primera vez en el año 1865.
Quizás sintiéndose agradecido de la fortuna que
le sonreía, fraguó pronto la idea de mejorar la instrucción de los
jóvenes de la zona, preparándoles para
trabajar en el
comercio de la Villa como para ahorrarles
las penurias y sufrimientos de la emigración que era el destino de
tantos llaniscos. Así surgió la idea de
construir un colegio donde se enseñase a
los niños entre
los diez y los
catorce años de
edad los conocimientos de 1ª Enseñanza y
además las
enseñanzas complementarias de idioma
Francés y Comercial. En un principio
estaría destinado a
dar cabida a unos ciento cuarenta alumnos
de las familias
más necesitadas
que no pagarían nada y de entre ellos, aquellos que fuesen
de solemnidad, es decir, claramente pobre, también recibirían
gratis los libros y los materiales de uso
necesario. Se estableció
también, no de forma rigurosa, el número aproximado de matrículas
por localidad de esta guisa: La Carúa, Pancar de Arriba y Pancar de
Abajo, 15; La Portilla, 5; Parres, 10; La Pereda, 5, Soberrón y La
Galguera, 10; El Acebal, Cobielles y Purón 17; Andrín, 6; Cue, 15;
La Villa, 55. Otros diez alumnos serían admitidos de pago, como
mantenimiento de las instalaciones.
Volvería de Cuba por segunda vez en el año 1874,
fecha en que se casó en Santander con María Abarca Junco, y donde
fijaría residencia y centro neurálgico de sus gestiones comerciales
con ultramar y de otras empresas que le aportaron pingües
beneficios. La muerte, a la temprana edad de cincuenta y cinco años
le sorprenderá el 31 de marzo de 1889, tras previa enfermedad,
cuando la ejecución de su proyecto educativo estaba aún sin
finalizar, pero que doña María Abarca
Junco, su viuda, tío D. Manuel Junco,
y D. Benigno Pola Varela,
hermano político suyo al estar casado con su hermana doña Ana Cue
Fernández, como ejecutores albaceas se encargaron en cumplir al pie
de la letra sus designios testamentarios.
Aquí he de hacer un inciso rectificador a lo
escrito por mí en un anterior capítulo sobre esta noble fundación
llanisca cuando hice un anacronismo al decir que “Las
niñas, no contaban en sus objetivos,” (…) ─lo
que seguramente no era cierto ─ con la
segunda observación mía que lo achacaba a “la
falta de coeducación de la época que nos tocó vivir, en la que se
empeñaban en separar los géneros para todo”
de la que no es preciso que me desdiga. Esta explicación la hago
porque un estimado amigo y asiduo lector al que tanto por su
conocimiento de la Arquera de donde es vecino, como por la edad y
experiencia, le presupongo fiable, me dice que la finca colindante al
norte con la originaria donde se levantó la obra, fue adquirida para
anexarla con el fin de construir otro edificio destinado igualmente a
las niñas de las familias más necesitadas de la zona.
Este dato me resulta válido al menos para confirmarme en el aprecio
que siempre me inculcaron hacia el prócer y filántropo señor que a
buen seguro hizo que la vida de muchas personas cambiase totalmente.
No es un caso aparte, ni mucho menos, entre los
indianos llaniscos. Faustino,
Nemesio
y Sinforiano Sobrino Díaz, hijos
llaniscos fueron los fundadores a sus costas de la institución de
enseñanza libre del Colegio de la
Encarnación de Primera
y Segunda Enseñanza.
La Escuela
Santa María de Cardoso,
en la parroquia de Hontoria, fue el sueño hecho realidad de
D.
Francisco Hoyo Junco al crearla
tanto para las
niñas como para
los niños pobres del Valle de San Jorge.
En ella se impartía la
Enseñanza
Primaria y
además en La Comercial se
les preparaba con el mismo fin de la
emigración.
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