viernes, 29 de agosto de 2014

59.- El sueño de su fundador

4º.- D. MANUEL CUE FERNÁNDEZ

Antes de continuar con los recuerdos adolescentes me parece adecuado hacer una reseña histórica de este centro escolar.
Su fundador, D. Manuel Cue Fernández, nació en el caserío de La Arquera el 9 de junio de 1834, hijo de Francisco Cue Somohano y María Fernández Abarca, labradores acomodados y apreciados por todos. Pasó su niñez junto a su abuelo D. Juan Fernández García, uno de los primeros comerciantes llaniscos con quien adquiriría, las primeras nociones comerciales, fundamentadas sobre los conocimientos primarios recibidos en la Escuela Pública. Animado por el abuelo emigra a Cuba y en la Habana trabaja como dependiente en el comercio propiedad de José Caridad Junco. Una vez aprendido y adquiridos crédito y medios, se asocia con otros comerciantes y fundan una sociedad mercantil de nombre “Cue, Gutiérrez y Cía” que con el buen funcionamiento que tuvo le permitiría regresar a Llanes por primera vez en el año 1865.
Quizás sintiéndose agradecido de la fortuna que le sonreía, fraguó pronto la idea de mejorar la instrucción de los jóvenes de la zona, preparándoles para trabajar en el comercio de la Villa como para ahorrarles las penurias y sufrimientos de la emigración que era el destino de tantos llaniscos. Así surgió la idea de construir un colegio donde se enseñase a los niños entre los diez y los catorce años de edad los conocimientos de 1ª Enseñanza y además las enseñanzas complementarias de idioma Francés y Comercial. En un principio estaría destinado a dar cabida a unos ciento cuarenta alumnos de las familias más necesitadas que no pagarían nada y de entre ellos, aquellos que fuesen de solemnidad, es decir, claramente pobre, también recibirían gratis los libros y los materiales de uso necesario. Se establec también, no de forma rigurosa, el número aproximado de matrículas por localidad de esta guisa: La Carúa, Pancar de Arriba y Pancar de Abajo, 15; La Portilla, 5; Parres, 10; La Pereda, 5, Soberrón y La Galguera, 10; El Acebal, Cobielles y Purón 17; Andrín, 6; Cue, 15; La Villa, 55. Otros diez alumnos serían admitidos de pago, como mantenimiento de las instalaciones.
Volvería de Cuba por segunda vez en el año 1874, fecha en que se casó en Santander con María Abarca Junco, y donde fijaría residencia y centro neurálgico de sus gestiones comerciales con ultramar y de otras empresas que le aportaron pingües beneficios. La muerte, a la temprana edad de cincuenta y cinco años le sorprenderá el 31 de marzo de 1889, tras previa enfermedad, cuando la ejecución de su proyecto educativo estaba aún sin finalizar, pero que doña María Abarca Junco, su viuda, tío D. Manuel Junco, y D. Benigno Pola Varela, hermano político suyo al estar casado con su hermana doña Ana Cue Fernández, como ejecutores albaceas se encargaron en cumplir al pie de la letra sus designios testamentarios.
Aquí he de hacer un inciso rectificador a lo escrito por mí en un anterior capítulo sobre esta noble fundación llanisca cuando hice un anacronismo al decir que “Las niñas, no contaban en sus objetivos,” (…) ─lo que seguramente no era cierto ─ con la segunda observación mía que lo achacaba a “la falta de coeducación de la época que nos tocó vivir, en la que se empeñaban en separar los géneros para todo” de la que no es preciso que me desdiga. Esta explicación la hago porque un estimado amigo y asiduo lector al que tanto por su conocimiento de la Arquera de donde es vecino, como por la edad y experiencia, le presupongo fiable, me dice que la finca colindante al norte con la originaria donde se levantó la obra, fue adquirida para anexarla con el fin de construir otro edificio destinado igualmente a las niñas de las familias más necesitadas de la zona.
Este dato me resulta válido al menos para confirmarme en el aprecio que siempre me inculcaron hacia el prócer y filántropo señor que a buen seguro hizo que la vida de muchas personas cambiase totalmente.
No es un caso aparte, ni mucho menos, entre los indianos llaniscos. Faustino, Nemesio y Sinforiano Sobrino Díaz, hijos llaniscos fueron los fundadores a sus costas de la institución de enseñanza libre del Colegio de la Encarnación de Primera y Segunda Enseñanza.
La Escuela Santa María de Cardoso, en la parroquia de Hontoria, fue el sueño hecho realidad de D. Francisco Hoyo Junco al crearla tanto para las niñas como para los niños pobres del Valle de San Jorge. En ella se impartía la Enseñanza Primaria y además en La Comercial se les preparaba con el mismo fin de la emigración.


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