Como
fue siempre costumbre, una vez finalizadas las fiestas de San Pedro
de Pancar, dan comienzo los ensayos de Santa Marina de Parres
en la bolera de la Escuela.
Allí
acudimos a las diez de la noche, a dar fe de nuestra admiración,
respeto y nostalgia al comienzo de los bailes que deleitan todos los
años a los romeros que acuden a la campiña de Santa Marina, el día
18 de julio. Aunque los años pasan de forma vertiginosa, se
mantienen imborrables los sentimientos primeros con sabor agridulce
de la añoranza del tiempo perdido en el pasado. Recuerdo cómo
jugábamos los más críos a corretear por la bolera, mientras las
panderetas con sus sonajas bailaban al aire los sones marcados por la
piel del tambor y el acompañamiento de gaita. El sonido rebotado por
la fachada de la escuela revierte en las casas de Pedrujerrín y de
la Piniella, haciendo un fuerte eco.
Afortunadamente,
cambiaron muchos conceptos en comparación con los existentes en
aquella época. Antaño, los ensayos trataban esencialmente de los
cánticos religiosos, tanto de la salida de ramos, la misa, la
procesión y el ofrecimiento, que siguen manteniéndose tal cual.
Hogaño,
salen más reforzados los bailes tradicionales que se exhiben una vez
terminado el ritual religioso.
Los más pequeños aprenden desde corta edad a dar los primeros pasos de los bailes entrenados por los
jóvenes en una cadena que se continúa año tras año con la ventaja
del interés que despierta en ellos, lo que hace posible que la
tradición continúe tan fresca.
Los
bailes que se hacen en orden a las edades, lo que asegura la continuidad a través de los años:
A)
Los más pequeños se inician con el “Xiringüelín”.
B)
Los medianos bailan “La Jota del Cuera” y “El Quirosanu”.
C)
Los mayores bailan que lo bordan “La Jota de Cadavedo”, “El
Xiringüelu”, “El Fandango” y “El Pericote” cuyos vestigios
de danza ancestral vienen en su orígenes, según se dice, del pueblo
de Cue y que en su forma más simple se bailaba entre dos aldeanas y
un pastor que saltaba delante de ellas, forma de requiebro que se expresaba con la agilidad y fortaleza del danzante.
Para dar oportunidad a mayor cantidad de danzantes, actualmente se baila el Pericote con múltiples tríos, lo que lo hace más complicado por la coordinación de todos los participantes, que cuando se logra lo hace, si cabe, más vistoso.
En épocas de guerras o de la trashumancia, el danzante era sustituido por una moza con vestimenta masculina que hacía de "perico", de ahí lo de pericote. "No seas perico" era una frase muy oída para recriminar a la chica que gustaba de jugar como los chicos, saltando los muros o esguilando a los árboles y aún no desapareció del todo, usado por inercia mientras exista la rémora del machismo.
Hoy van ataviados con los respectivos trajes, “de llanisca” y “de porruano”, respectivamente, términos nacidos quizás del mal uso en los distintos medios, que acaban confundiendo a los foráneos, como bien he comprobado en múltiples ocasiones, que consideran el vocablo “de llanisca” atribuible únicamente a la Villa, aunque todos los pueblos son llaniscos por pertenecer al Concejo de Llanes.
Hoy van ataviados con los respectivos trajes, “de llanisca” y “de porruano”, respectivamente, términos nacidos quizás del mal uso en los distintos medios, que acaban confundiendo a los foráneos, como bien he comprobado en múltiples ocasiones, que consideran el vocablo “de llanisca” atribuible únicamente a la Villa, aunque todos los pueblos son llaniscos por pertenecer al Concejo de Llanes.
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