jueves, 5 de diciembre de 2024

180.- Demostración de kárate

 


El viernes 21 de septiembre de 1973, con motivo de la celebración de san Mateo, patrono de Vetusta, la Banda Militar del histórico Regimiento Milán, históricamente apodado “El Osado”,  participó en el desfile con carrozas llegadas de diversas poblaciones de la provincia del Principado entre las que estaba la de Llanes. El almuerzo que nos dieron aquel día en el comedor del Milán fue extraordinario. A continuación, tras un tiempo de descanso, en la explanada usada para pasar la Revista de Comisario, se había congregado un nutrido grupo de espectadores de todos los grados militares. 
El que dirigía la demostración atlética vestía el traje blanco ceñido por un cinturón negro. 
Eligió de entre nosotros a seis al azar y nos entregó a cada cual una tablilla para que la sostuviéramos firmemente en alto, sujeta con las dos manos y a la altura del pecho. 
Desde el centro del círculo giraba sobre su pierna izquierda mientras que con la otra la alzaba para marcar las distancias en un giro a las seis tablillas. 
En el segundo momento, con total precisión fue rompiendo, una a una las seis tablas en una acción conjunta, sin pausa en menos de quince segundos.  
Cuando había recibido la tablilla, pude comprobar que tenía una veta resinosa que la atravesaba, menos consistente que la blanca.  
La siguiente demostración me pareció más auténtica. Había unos ladrillos machetones formando un puente con sus dos extremos descansando sobre sendos tacos de madera. 
El maestro karateka con el canto de la mano abierta, marcó el lugar exacto donde debería descargar el golpe y flexionando sus rodillas separadas, hinchó los pulmones y emitiendo un fuerte alarido golpeó el ladrillo que se abrió en dos como si se tratase de  una barra de cristal.
Era un aspirante en prácticas al cuerpo de Alféreces de Complemento, de una quinta anterior a la mía, cuyo nombre se me quedó en olvido. 
En el mes de septiembre, tras las fiestas de Covadonga, comenzaron las actividades académicas. Fuimos convocados en la Delegación de Educación y Ciencia que en ese momento estaba en la C/ Río San Pedro en donde nos convocaron a todos los alumnos que habíamos optado al acceso directo al Cuerpo del Profesorado de E.G.B. exentos por la nota media a lo largo de los tres cursos en la E. Normal, para elegir destino entre las plazas vacantes que se ofrecían aquel año. Este trámite se hacía cada dos cursos. 
Pedí permiso al Cap. Clemente para ausentarme con tal motivo y por unas horas del acuartelamiento y allí acudí con premura. 
Se seguiría para la elección de plaza el orden establecido por la anota media de toda la 3ª Promoción. Yo había logrado exactamente el turno sexto entre los alumnos o el número doce entre alumnos y alumnas. 
Existían distintas denominaciones para los centros educativos:
1.- Escuelas Unitarias de un aula que se concedían a las maestras como en : Buelna, Vidiago, Purón, La Galguera, Pancar, El Mazucu, Meré y un extenso etcétera. En la fecha de su construcción se utilizaban materiales como la piedra y el mortero de cal. Solían tener la casa habitación para la maestra encima del aula, a la que se accedía por una escalera de piedra, adosada a un lateral del edificio. Para el recreo, solía aprovecharse la bolera. 
2.- Escuelas Unitarias con dos aulas como en los pueblos de Pendueles, Riegu, La Pereda… La escuela de Parres disponía de sendos portales y la bolera para los recreos; la planta primera para ambas aulas y la segunda planta para viviendas del maestro y de la maestra. Los materiales de construcción seguían siendo la piedra y la cal. 
3.- Escuelas Graduadas como la de Llanes, Nueva, Posada… tenían separación de aulas para niñas con su maestra y de niños con un maestro. Las actividades y juegos en los recreos también eran distintos. Este tema lo dejé bien explicado en una entrada anterior. 

En la lista que nos entregaron figuraban en la zona cercana a Llanes, la aldea de Cue, San Roque. En Ribadeva, el colegio de Colombres. 

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